Espacio dedicado a las jóvenes que cumplen un sueño, que nadie les arrebate realizarse e introducirse a la sociedad, Dios hace maravillas encada una de ustedes.
miércoles, 17 de octubre de 2012
viernes, 5 de octubre de 2012
JOVEN PROFESA TU FE
Quisiera
que cada
uno de ustedes emprenda un camino que sea útil para comprender de
manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos
de entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios. En efecto, existe una
unidad profunda entre el acto con el que se cree y los contenidos a los que
prestamos nuestro asentimiento. El apóstol Pablo nos ayuda a entrar dentro de
esta realidad cuando escribe:«con el corazón se cree y con los labios se
profesa» (cf. Rm 10, 10). El corazón indica que el primer acto con el
que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y
transforma a la persona hasta en lo más íntimo.
A este
propósito, el ejemplo de Lidia es muy elocuente. Cuenta san Lucas que Pablo,
mientras se encontraba en Filipos, fue un sábado a anunciar el Evangelio a
algunas mujeres; entre estas estaba Lidia y el «Señor le abrió el
corazón para que aceptara lo que decía Pablo» (Hch 16, 14). El sentido
que encierra la expresión es importante. San Lucas enseña que el conocimiento
de los contenidos que se han de creer no es suficiente si después el corazón,
auténtico sagrario de la persona, no está abierto por la gracia que permite
tener ojos para mirar en profundidad y comprender que lo que se ha anunciado es
la Palabra de Dios.
Profesar con
la boca indica, a su vez, que la fe implica un testimonio y un
compromiso público. El cristiano no puede pensar nunca que creer es un
hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él. Y
este «estar con él» nos lleva a comprender las razones por las que se cree. La
fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la
responsabilidad social de lo que se cree. La Iglesia en el día de Pentecostés
muestra con toda evidencia esta dimensión pública del creer y del anunciar a
todos sin temor la propia fe. Es el don del Espíritu Santo el que capacita para
la misión y fortalece nuestro testimonio, haciéndolo franco y valeroso.
11 DE OCTUBRE SE PROCLAMA EL AÑO DE LA FE
“Benedicto XVI, en su carta apostólica ‘Porta
Fidei‘ -dijo el prelado- hablaba de la exigencia de
volver a descubrir el camino de la fe para resaltar cada vez más la alegría y
el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. A la luz de este pensamiento (…) ha
convocado un ‘Año de la Fe’ que comenzará en coincidencia con dos aniversarios:
el quincuagésimo de la apertura del Concilio Vaticano II (1962) y el vigésimo
de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica (1992) …El Año de la Fe
se propone, ante todo, sostener la fe de tantos creyentes que, en medio de la
fatiga cotidiana, no cesan de confiar, con convicción y valentía ,su existencia
al Señor Jesús. Su testimonio, que no es noticia (…) es el que
permite a la Iglesia presentarse al mundo de hoy, como en pasado, con la fuerza
de la fe y con el entusiasmo de los sencillos”.
Por otra parte, este Año “ se inserta en un contexto
más amplio, caracterizado por una crisis generalizada que atañe también a la fe (…)La
crisis de fe es la expresión dramática de una crisis antropológica que ha
dejado al ser humano abandonado a sí mismo (…) Es necesario ir
más allá de la pobreza espiritual en que se encuentran muchos contemporáneos,
que ya no perciben la ausencia de Dios en su vida, como una carencia que debe
ser colmada. El Año de la Fe quiere ser un camino que la comunidad cristiana
brinda a los que viven con nostalgia de Dios y con el deseo de encontrarlo de
nuevo”.
Así, el programa toca “la vida diaria de cada creyente y
la pastoral ordinaria de la comunidad cristiana para que se vuelva a encontrar
el espíritu misionero necesario para dar vida a la nueva evangelización”.
En este ámbito, el arzobispo anunció que la Congregación para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos ha aprobado el formulario de una Misa especial
‘Para la Nueva Evangelización’. “Es un signo para que en este año (…) se
de la primacía a la oración y especialmente a la Eucaristía, fuente y culmen de
la vida cristiana”.
LA COSECHA LA HACE NUESTRO MAESTRO
Porque cada sueño se debe celebrar, hemos aceptado esta gran misión...
A nosotros no nos corresponde cosechar, solo plantar la semilla, cuidarla los primeros días y de ahí que sola crezca para que Dios coseche el 30,50,60, ó el 100x1
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