“Benedicto XVI, en su carta apostólica ‘Porta
Fidei‘ -dijo el prelado- hablaba de la exigencia de
volver a descubrir el camino de la fe para resaltar cada vez más la alegría y
el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. A la luz de este pensamiento (…) ha
convocado un ‘Año de la Fe’ que comenzará en coincidencia con dos aniversarios:
el quincuagésimo de la apertura del Concilio Vaticano II (1962) y el vigésimo
de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica (1992) …El Año de la Fe
se propone, ante todo, sostener la fe de tantos creyentes que, en medio de la
fatiga cotidiana, no cesan de confiar, con convicción y valentía ,su existencia
al Señor Jesús. Su testimonio, que no es noticia (…) es el que
permite a la Iglesia presentarse al mundo de hoy, como en pasado, con la fuerza
de la fe y con el entusiasmo de los sencillos”.
Por otra parte, este Año “ se inserta en un contexto
más amplio, caracterizado por una crisis generalizada que atañe también a la fe (…)La
crisis de fe es la expresión dramática de una crisis antropológica que ha
dejado al ser humano abandonado a sí mismo (…) Es necesario ir
más allá de la pobreza espiritual en que se encuentran muchos contemporáneos,
que ya no perciben la ausencia de Dios en su vida, como una carencia que debe
ser colmada. El Año de la Fe quiere ser un camino que la comunidad cristiana
brinda a los que viven con nostalgia de Dios y con el deseo de encontrarlo de
nuevo”.
Así, el programa toca “la vida diaria de cada creyente y
la pastoral ordinaria de la comunidad cristiana para que se vuelva a encontrar
el espíritu misionero necesario para dar vida a la nueva evangelización”.
En este ámbito, el arzobispo anunció que la Congregación para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos ha aprobado el formulario de una Misa especial
‘Para la Nueva Evangelización’. “Es un signo para que en este año (…) se
de la primacía a la oración y especialmente a la Eucaristía, fuente y culmen de
la vida cristiana”.
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