jueves, 1 de marzo de 2012

SOMOS VIAJEROS EN ESTE MUNDO



Esta tierra no es nuestra patria, sino lugar de tránsito por donde pasamos para llegar en breve a La Casa de la Eternidad (Ecl., 12, 5). De suerte, lector mío, que la casa en que vives no es tu propia casa, sino como una hospedería, hotel, casa o aprtamento rentado....etc y que pronto, y cuando menos lo pienses, tendrás que dejar; y los primeros en arrojarte de ella cuando llegue tu muerte serán tus parientes y allegados... ¿Cuál será, pues, tu verdadera casa? Una fosa será la morada de tu cuerpo hasta el día del juicio, y tu alma irá a la casa de la eter­nidad : al Cielo, o al infierno. Una de esas dos CASAS sera donde nuestra alma morara por toda una eternidad. 

Por eso nos dice San Agustín: «Huésped eres que pasa y mira.» Necio sería el viajero que, yendo de paso por una comarca, quisiera emplear todo su patrimonio en com­prarse allí una casa, que al cabo de pocos días tendría que dejar. Considera, por consiguiente, dice el Santo, que es­táis de paso en este mundo, y no pongas tu afecto en lo que ves. Mira y pasa, y procúrate una buena morada don­de para siempre habrás de vivir. 

¡Dichoso de ti si te salvas!... ¡Cuan hermosa la glo­ria!... Los más suntuosos palacios de los reyes son como chozas respecto de la ciudad del Cielo, única que pudo llamarse Ciudad de perfecta hermosura. Allí no habrá nada que desear. Estaréis en la gozosa compañía de los Santos, de la divina Madre de Nuestro Señor Jesucristo y sin temor de ningún mal. Viviréis, en suma, abismados en un mar de alegría de continua beatitud, que siempre durará (Is., 35, 10). Y este gozo será tan perfecto y gran­de, que por toda la eternidad y en cada instante parecerá nuevo. 

Si, por el contrario, te condenas, ¡ desdichado de tí ! Te hallarás sumergido en un mar de fuego y de dolor, deses­perado, abandonado de todos y privado de tu Dios...
¿Y por cuánto tiempo?... ¿Acaso cuando hubieren pasado cien años, o mil, habrá concluido tu pena?... ¡Oh, no acabará!... ¡Pasarán mil millones de años y de siglos, y el infierno que padecieres estará comenzando!... ¿Qué son mil años respecto de la eternidad?... Menos de un día que ya pasó... (Sal. 89, 4). ¿Quieres ahora saber cuál será tu casa en la eternidad?... Será la que merezcas; la que te fabriques tú mismo con tus obras, el modo, gustos e inclinaciones que libremente escojas . Somos nosotros los que escogemos el camino, el camino estrecho que nos invita Jesucristo seguir y que El es La Puerta al Paraíso. O quieres el camino ANCHO de placeres, libertinajes, pasiones carnales, pornografías, adulterios, mentiras, todo tipo de lujurias, borracheras, drogas, asesinatos de seres humanos no nacidos con el aborto, prostitución, aberraciones sexuales......etc. Es el Camino de La Perdición, el camino que no lleva a Dios.....Es el Infierno como lo describe Santa Faustina :

 Aquí está lo que cuenta en su Diario: 

"Hoy, fui llevada por un ángel a las profundidades del infierno. Es un lugar de gran tortura; ¡qué imponentemente grande y extenso es! Los tipos de torturas que vi: la primera que constituye el infierno es la pérdida de Dios; la segunda es el eterno remordimiento de conciencia; la tercera es que la condición de uno nunca cambiará; la cuarta es el fuego que penetra el alma sin destruirla; es un sufrimiento terrible, ya que es un fuego completamente espiritual, encendido por el enojo de Dios; la quinta tortura es la continua oscuridad y un terrible olor sofocante y, a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los condenados se ven unos a otros y ven todo el mal, el propio y el del resto; la sexta tortura es la compañía constante de Satanás; la séptima es la horrible desesperación, el odio de Dios, las palabras viles, maldiciones y blasfemias.

Éstas son las torturas sufridas por todos los condenado juntos, pero ése no es el extremo de los sufrimientos. Hay torturas especiales destinadas para las almas particulares. Éstos son los tormentos de los sentidos. Cada alma padece sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados con la forma en que ha pecado. Hay cavernas y hoyos de tortura donde una forma de agonía difiere de otra. Yo me habría muerto ante la visión de estas torturas si la omnipotencia de Dios no me hubiera sostenido.

Debe el pecador saber que será torturado por toda la eternidad, en esos sentidos que suele usar para pecar. Estoy escribiendo esto por orden de Dios, para que ninguna alma pueda encontrar una excusa diciendo que no hay ningún infierno, o que nadie ha estado allí, y que por lo tanto nadie puede decir cómo es.

Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del infierno para que pudiera hablar a las almas sobre él y para testificar sobre su existencia. Los demonios estaban llenos de odio hacia mí, pero tuvieron que obedecerme por orden de Dios. 

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